DESPEDIDA. Eloy Sánchez Rosillo
El verano se acaba.
Parece que fue ayer cuando llegó de súbito
en su carro de oro.
Venía, jubiloso, por los campos
y a su paso las tierras se colmaban
de espigas y de frutos.
Dispuso que las sombras se apartaran
del corazón del hombre y que creciera
la alegría en su pecho. Estaba todo
lleno de luz, de intensidad. Se hicieron
inmensas las mañanas, y las tardes
no terminaban nunca.
Daba la sensación de que el verano
iba a quedarse aquí ya para siempre.
Pero, mirad: se acaba.
Y nos parece ahora que fue breve en extremo
su prodigiosa estancia entre nosotros.
Mirad cómo se marcha: invicto, fulgurante,
se aleja por los campos en su carro de oro.
Los días, poco a poco, van menguando.
Y un indicio de otoño que hay en el aire dice
que es muy fugaz la dicha.
(Despedida: 12 de septiembre de 1994) Parece que fue ayer cuando llegó de súbito
en su carro de oro.
Venía, jubiloso, por los campos
y a su paso las tierras se colmaban
de espigas y de frutos.
Dispuso que las sombras se apartaran
del corazón del hombre y que creciera
la alegría en su pecho. Estaba todo
lleno de luz, de intensidad. Se hicieron
inmensas las mañanas, y las tardes
no terminaban nunca.
Daba la sensación de que el verano
iba a quedarse aquí ya para siempre.
Pero, mirad: se acaba.
Y nos parece ahora que fue breve en extremo
su prodigiosa estancia entre nosotros.
Mirad cómo se marcha: invicto, fulgurante,
se aleja por los campos en su carro de oro.
Los días, poco a poco, van menguando.
Y un indicio de otoño que hay en el aire dice
que es muy fugaz la dicha.
La vida, Tusquets Editores, Barcelona, 1996
Reflejos en la playa .Martín Rey
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