ME da el sol en los ojos.
Nada pienso.
Se ha borrado, de pronto,
la memoria.
Qué importa si la vida
es transitoria,
pues soy invulnerable
si indefenso.
Se nubla el sol.
Mi cuerpo vuelve, tenso,
a soportar el peso
de la historia.
Lo que era oro, apenas
es escoria.
Es mínimo aquello
que era inmenso.
¿Habré de darlo todo
por perdido,
si nada tengo y nunca
lo he tenido?
Sé que abandonaré
lo que he soñado,
que en todo se asemeja
a lo vivido.
El sol está ya bajo,
y está el prado,
por resplandores
del resol, dorado.
José Corredor-Matheos "El don de la ignorancia" 2004
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