El crash de la información. Los mecanismos de la desinformación cotidiana del economista alemán Max Otte, doctor por la Universidad de Princeton y actualmente profesor en el Instituto de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Worms (Alemania), es conocido por haber pronosticado en 2006 el estallido de la crisis de las hipotecas subprime en su libro "¡Qué viene la crisis!". El título ya nos dice de que va el libro, del crash como rotura, quiebra, hundimiento referido a la información, su tesis es que los poderes económicos y políticos utilizan la desinformación de una forma generalizada para conseguir sus propósitos que no son otros que más beneficio económico y más poder político supeditando estos intereses a la verdad y al interés general; y de como estos poderes no tienen el más mínimo complejo en esta tarea de desinformar creando todo una estructura mediática con este fin. A lo largo de sus páginas aparecen una gran cantidad de ejemplo de los mecanismos de esta desinformación y un análisis crítico al sistema económico actual al que denomina como hipercapitalismo, capitalismo absoluto o capitalismo de casino.
Así, en el primer capítulo hace un repaso a los orígenes de la crisis económica del 2008, analizando sus causas y como está fue sobre todo una crisis de la información, de como el colapso de los mercados financiero fue provocado por las hipotecas "subprime" cuyos riesgos fueron sistemáticamente ocultados por todo el sistema bancario y financiero e incluso por la agencias de calificación que eran las que se suponen que deberían calificar los riesgos de estos títulos. Denucia la debilidad de los estados ante los grandes grupos finacieros y el ataque de los especuladores.
Así, en el primer capítulo hace un repaso a los orígenes de la crisis económica del 2008, analizando sus causas y como está fue sobre todo una crisis de la información, de como el colapso de los mercados financiero fue provocado por las hipotecas "subprime" cuyos riesgos fueron sistemáticamente ocultados por todo el sistema bancario y financiero e incluso por la agencias de calificación que eran las que se suponen que deberían calificar los riesgos de estos títulos. Denucia la debilidad de los estados ante los grandes grupos finacieros y el ataque de los especuladores.
En capítulos posteriores analiza los mecanismos de desinformación que utilizan los fabricante y distribuidores para vender sus productos, de como presentan un mismo producto como nuevo cuando apenas se han producido modificaciones y con el único objetivo de encarecerlo, de como abaratan productos ocultando que están reduciendo al mismo tiempo la cantidad así tenemos tetrabrik de leche de 0.8 litros o "docenas" de huevos de "10" huevos, o ocultando que están reduciendo la calidad de los productos. Todo ello con el objetivo de engañar al consumidor, desinformarle para que compre gato por liebre. También da ejemplos de los mecanismos de desinformación que emplean las compañías telefónicas (aunque aquí podemos incluir a las compañías eléctricas, bancos, seguros...) con sus infinitas tarifas que el único objetivo es de confundir al consumidor y mantenerle desinformado por exceso de información. También describe las técnicas de negocio, que no por conocidas resultan sorprendentes, que emplea empresas como McDonald e IKEA para atraerse a consumidor.
En el capítulo 5 nos presenta unos ejemplos tomados de la economía de los Estados Unidos y Alemania bastantes interesante de cómo se manipulan las estadísticas económicas así tenemos cómo se reduce aparentemente la inflación, cómo se exagera el aumento de la productividad, cómo se hace subir el PIB, cómo se invisibiliza el riesgo de inflación, cómo se embellecen las cifras del desempleo, y de cómo se producen números que no significan nada, todas ellas con un claro objetivo de desinformar sobre la situación económica.
También hace hincapie en la falsa ilusión de creernos mejor informados que nunca porque disponemos de multitud de cadenas de televisión, de internet con miles de portales y blog, cuando de hecho lo que hay es mas desinformación. Se han multiplicado los medios de masa pero con el empobrecimiento de los contenidos, las mayoría de los textos e imágenes que consumimos gratis en internet no aportan nada ni son fiables, ya no hay buenos profesionales rigurosos que interpretan y jerarquizan contenidos por importancia si no que lo que prima es la audiencia inmediata evaluados por los accesos a los portales. En la cultura de la inmediatez ya cualquiera elabora contenidos cada vez mas superficiales, cualquiera se cree periodísta, el mito del "periodismo ciudadano" es duramente criticado duramente por el autor. Las empresas de información cada vez tiene menos periodistas y peor pagados sólo necesita gestores de contenido.
Entre las muchas aportaciones que hace al conocimiento de la sociedad actual destaca la unión de la política y entretenimiento o "politicamiento" en la que los políticos renuncian a argumentar y en la que sus mensajes son puros eslóganes con el único objetivo de llegar al mayor número posible de votantes, no hay confrontación de ideas, se puede decir una cosa y la contraria sin ningún tipo de complejo en función del público al que van dirigido con el único objetivo de atraer votantes. Los mítines se convierten en espectáculos, hay que vender un eslogan que posteriormente se multiplique por los medios. En todo esto los medios de comunicación en manos del poder económico han renunciado a la busqueda de la verdad y se limitan reproducir estos eslóganes, con periodistas asalariados que han renunciado a preguntar (desprofesionalización del periodismo) y que se limitan a copiar las noticias de las grandes agencias de información, a repetir informes creados por los "gabinetes de prensa" de los partidos o de las comparecencias de políticos sin opción a las preguntas.
Un aspecto interesante es la defensa que hace, aún considerándose como liberal, de un "estado fuerte como árbitro que establezca reglas y no se deje instrumentalizar por los consorcios y sus grupos de presión" y la defensa de una economía social de mercado en la que el Estado recupere su papel moderador y redistribuidor de riqueza en contraposición al actual "neofeudalismo" financiero que nos ha convertido en siervos de la gleba y que nos esclaviza, un Estado fuerte pero controlado democráticamente.
En resumen libro muy interesante por los temas que trata y de gran actualidad en los tiempos que corren, bien escrito que se lee con interés. Nos aporta una gran cantidad de información y conocimientos necesario para comprender la sociedad de la "desinformación". El epílogo incluye unas recomendaciones y consejos para navega por este mar de desinformación y conseguir estar mejor informados fomentando el espíritu crítico con consejos para aprender a consumir, a invertir, a exigir la verdad...
CONTRAPORTADA
Desfigurar, dar datos falsos, minimizar las circunstancias agravantes con mensajes positivos pero inanes, desorientar deliberadamente, soliviantar o aturdir, exagerar...todo eso pertenece al repertorio de la desinformación y en nuestra sociedad es, desde hace mucho, más que moneda corriente.
El colapso de los mercados financieros, provocado por la venta masiva de títulos cuyo riesgo fue sistemáticamente ocultado, se debió en gran medida a la propagación del virus de la desinformación que afecta a toda la sociedad.
La avanzadilla en esos engaños y ofuscaciones la constituyen las grandes empresas de alimentación, que confunden al consumidor con datos confusos e incomprensibles sobre el peso, la calidad y el precio de los artículos que ofrecen a la venta. Las tarifas de las compañías de telecomunicación son igualmente inescrutables y con cláusulas ocultas. Los buscadores de Internet utilizan la información como auténtica materia prima para vender a empresas que buscan adelantarse a las necesidades o gustos del cliente. Prácticas ilegales, en su mayoría permitidas y que muy poca gente denuncia realmente.
Los periodistas contribuyen notablemente a la desinformación. Las informaciones financieras no se basan en una sensata paciencia, sino en la dramatización de la falacia; y los gobiernos proclaman tener a los bancos y la economía en sus manos, cuando en realidad actúan como su agente.
Max Otte expone los mecanismos de la desinformación cotidiana y explica cómo están dando lugar a un colapso social general. Además da indicaciones concretas sobre la forma de contrarrestar el poder de las multinacionales y para que la población recupere su soberanía sobre la información.
ÍNDICEPrólogo.
Capítulo 1: La crisis financiera de 2008 y el virus de la desinformación.
Capítulo 2: Información deficiente, bien común y democracia. Apéndice.
Capítulo 3: Exceso de información en la sociedad de la sobreabundancia.
Capítulo 4: Ausencia de información en una economía de mercado convertida en religión.
Capítulo 5: La Pseudoinformación, aquilitada matemáticamente. Apéndice.
Capítulo 6: Manipulación emocional de la razón económica.
Capítulo 7: Atontamiento progresivo en una sociedad científico-técnica.
Capítulo 8: Retrocediendo hacia una economía neofeudal bajo el estandarte del 'valor para el accionista'".
Epílogo. Consideraciones sobre la soberanía informativa.
Agradecimientos. Notas. Bibliografía. Índice de nombres.
CITAS
"Desde hace tiempo un virus sigiloso y maligno, cuyos efectos se dejan ver en la actual crisis financiera, no sólo ha infectado toda la economía, sino que al instalarse en nuestras cabezas amenaza a toda la sociedad. Se trata del virus de la desinformación, antagónica a la vida en común con cierta concordia, ya sea civil, política o social. Frente a la amenaza que pende sobre nosotros, los ciudadanos, pequeños empresarios, defensores del medio ambiente y socialistas democráticos o demócratas sociales debemos cerrar filas, ya que los fundamentos de derecho en los que nos hemos educado se ven socavados a fondo por los funcionarios de un nuevo orden económico y social sometido a los intereses de las grandes empresas, de los políticos y de los grupos de presión." Pág. 15.
"La crisis financiera de 2008 fue en realidad una crisis de la información, que sólo representa el primer eslabón de una larga cadena de colapsos y que lamentablemente es la única a la que parece aplicarse el vocabulario sensacionalista de los medios. Todavía está por llegar la auténtica crisis, no sólo económica sino política, educativa, sanitaria y social en general, a la que puede dar lugar el virus de la desinformación" Pág.15.
"La supuesta 'sociedad de la información' es en realidad una sociedad de la desinformación en manos de los nuevos dirigentes de las grandes empresas, la política y los grupos de interés, y ése es el verdadero mensaje de la fecha '15 de septiembre de 2008'. Aquel día, cuando Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión por cifra de negocios de Wall Street, presentó su declaración de insolvencia, quedó claro como el agua que el sistema bancario y financiero mundial funcionaba sobre la base de informaciones muy inexactas." Pág. 18.
"Siempre ha habido periodismo amarillo, pero ahora el sensacionalismo domina prácticamente todos los medios. Se han abandonado el debate y la valoración del trasfondo de los acontecimiento, debido en buena parte a la permanente aceleración de la transmisión de informaciones, que hace casi imposible su comprobación meticulosa." Pág. 37.
"La fe en la mano invisible de las fuerzas autorreguladoras del mercado es manifiestamente mayor que en la mano visible de los grandes consorcios que se introduce cada vez más descaradamente en el bolsillo de los ciudadanos y somete al estado a su voluntad" Pág. 69.
"La economía de la desinformación se sirve también de otro tipo de sobreabundancia, aunque de otro modo: al parecer informa objetivamente, pero en tanta demasía que ya nadie puede entender ni emplear la información suministrada" Pág. 101.
"En Alemania hay, además de numerosas sociedades auditoras, alrededor de veinte institutos de investigación económica independientes (...) ni uno solo de esos institutos de investigación económica previó la crisis financiera ni advirtió de nada parecido, ya fuera en Estados Unidos o en Alemania." Pág. 135.
"Desde la Gran Depresión hasta bien avanzadas las décadas de 1970 y 1980, los mercados financieros de este mundo estaban bastante regulados. El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, vigilaba hasta principios de los años setenta el sistema firme pero ajustable de relaciones mutuas entre las monedas, lo que aportó a la economía mundial una gran estabilidad. Pero a partir de la crisis del petróleo de 1973-74 y 1979-80 la confianza en el sistema económico occidental se desvaneció y esto llevó a la primera ministra británica Margaret Thatcher y al presidente estadounidense Ronald Reagan a emprender un cambio de estrategia radical en la política económica hacia lo que hoy llamamos neoliberalismo, confiando el crecimiento a la desrregulación y la liberación de los mercados. Lo diré una vez más: soy una personal liberal y a la que le gusta pensar y decidir libremente; pero precisamente por eso me parece tan importante contar con un estado fuerte como árbitro que establezca reglas y no se deje instrumentalizar por los consorcios y sus grupos de presión." Pág. 181.
"La desinformación es el principal instrumento de las fuerzas capitalistas neofeudales. Quien ya no sabe lo que compra ni cuánto paga por ello, no puede concebir un sistema estable calidad/precio ni comparar entre si los precios de diferentes proveedores. Así los consumidores críticos se convierten en obreros y campesinos dependientes y sin opinión en una economía señorial absolutista en la que supuestamente cada uno puede conservar libremente su aspiración a la felicidad y pretender forjar, aunque eso sí, en condiciones sociales bastante injustas, lo que tiene muy poco que ver con la concepción europea de la felicidad y la justicia." Pág. 186.
"Quien crea que la economía de la desinformación ha agotado su repertorio de argucias y artimañas con todos sus excesos, defectos, fallos, contrainformación, pseudoinformación y manipulación emocionales, es que no se da cuenta de lo profundamente que han arraigado sus raíces en nuestra sociedad. si hay algo que el maravilloso nuevo mundo del capitalismo absoluto no puede soportar, son ciudadanos críticos, esclarecidos, informádos, instruidos, que conozcan sus derechos individuales, que perseveren en sus deberes al servicio del bien común, y sobre todo que se sirvan de su propia reflexión. ¡Al carajo!, escupirán los encorbatados adalides de la economía de la desinformación: ¿para qué diablos sirve todos eso?" Pág. 229.
"Si queremos romper las cadenas de la economía neofeudal de la desinformación y volver a poner en pie una comunidad con buenos resultados económicos, pero también culturales, sociales y político, necesitamos un estado fuerte basado en una democracia en funcionamiento. Para hacer de nuevo más transparente la realidad y más estables los mercados, los políticos deben introducir reglas simples y claras. Hay que acabar con la práctica prolongada durante años de la desinformación y poner fin al juego de los agentes que han ganado tanto dinero vendiendo humo a mucha gente ingenua". Pág. 284
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