sábado, 30 de octubre de 2010

Ni un día sin poesía V: Umbrío por la pena

Hoy se cumple el centenario del nacimiento de Miguel Hernández (1910-1942), el poeta del pueblo, el hijo de la tierra, del sacrificio, del sufrimiento, de los que perdieron la guerra y murieron viendo sus sueños hechos añicos. Empecé a descubrirlo en las versiones de sus poesías de Paco Ibáñez y Joan Manuel Serrat en los años sesenta y setenta, inolvidable aquellos versos que llegaron a ser himnos en nuestra juventud, "Andaluces de Jaén", "Para la libertad", "El niño yuntero" ...



Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!

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