viernes, 15 de octubre de 2010

Cien jaikus

Cien jaikus de Masaoka Shiki (traducción y presentación de Justino Rodríguez) en esta antología tenemos cien de estos pequeños tesoros. Los haikus o jaikus son unos poemas breves de tres versos de cinco, siete y cinco silabas que forma parte de la poesía tradicional japonesa. Una forma poética que se caracteriza por la sencillez, la naturalidad, la simplicidad, la austeridad y que buscan plasmar en un poema un instante de la vida, captar la realidad sin artificio. Los temas principales son la naturaleza, los actos cotidianos, la realidad de las cosas. 
Mis primeros haikus leídos fueron los de Mario Benedetti, me parecen pequeñas "porciones de vida", instantes atrapados al paso del tiempo. Para mí me produce cierta dificultad la comprensión de algunos de ellos, por esto me decidí ir a las fuentes y leer este pequeño libro con cien de estos jaikus del maestro Masaoka Shiki y esforzarme en poder llegar a descodificar el significado que hay en ellos. Masaoka Shiki pensaba que "el poema debe de reflejar la realidad tal cual es y el poeta, para poder captar una sensación auténtica de la realidad, se debe vaciar de su yo y de la conciencia de ese mismo yo como sujeto. Es decir, tiene que ser sólo espejo" lo que nos conecta en cierto modo con la experiencia zen. Lo bueno de esta edición es que a pie de página el traductor hace unas pequeñas anotaciones que nos ayuda a llegar a ellos.


"En un ensayo de que publicó en 1897 con el título de Haikai Hogukago (Papelera del jaiku) afirma que la observación de la realidad es el ejercicio fundamental del entrenamiento al que se debe someter el poeta. Añade, además, que, así como un escritor no puede escribir una novela sin conocer a fondo el drama humano, el poeta ha de ser consciente del drama de la naturaleza para escribir un jaiku que refleje el abismo de la realidad". Pág. 17
Con tanto frío
Hasta robar melones
Todo lo olvido.

Río sin agua
Qué frío el de la gente
Pasando el puente.






Todo dispuesto
Me despido del año
Junto al brasero



Hacienada la nieve
En las alas de los ánades
Sosiego, silencio.




La hierba reverdece
Sin ayuda de nadie
La flor florece


Lluvia de primavera
Bajo el paraguas
Mirando la tienda






Casa de vecindad
Un rostro en la ventana
Lluvia fresca



En medio del estanque
Recobra la vida
Una hierba.







Azada en pie
Nadie a su alrededor
Sólo calor.



Pasa la lluvia
Por todas partes surgen
Sendas de hormigas.
En el pedregal
Doblegada y lánguida
La manzanilla.

Sale la luna
Y los miscantos
Se alteran






Cientos de colinas
Miles de arces carmín
Y un solo arroyo





No la bebió
Agua de calabaza
La luna llena

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