Siempre tuve una gran pasión por los libros los consideré un tesoro de valor incalculable, para mí era un misterio lo que ellos ocultaban y que podía descubrir solo con abrirlos y leerlos u observando sus ilustraciones. El momento de la lectura era misterioso, sin saber muy bien como el libro y "yo" formábamos una única realidad, no existía nada más, todo confluía en ese momento prodigioso en el que viajaba a otro mundo a otro tiempo.
Alguien dijo que lo importante de lo libros no es lo que nosotros podíamos sacar de ellos sino lo que ellos podían sacar de nosotros. Poco a poco, y siempre que ahorraba alguna peseta me la gastaba en libros y ese deseo de poseerlos me llevaba a escribir mi nombre en la primera página del libro indicando la fecha y el lugar, posteriormente muy posteriormente tuve mi "ex libris" (Etiqueta o sello grabado que se estampa en el reverso de la tapa de los libros, en la cual consta el nombre del dueño o el de la biblioteca a que pertenece el libro, RAE), elegí como imagen la que aparece al margen, por lo sugestiva y explícita ahí estaba el hombre sacando la cabeza a través de la bóveda de estrellas, mientras que su cuerpo permanecía en el mundo real y conocido con sus arboles, mares, tierras, estrellas, con la luna y el sol; observando y descubriendo los ocultos mecanismos que mueven este universo, así me siento yo cada vez que me acerco a un libro.
Posteriormente descubrí gracias a internet que esta imagen era conocida como el "Grabado Flammarion" y era una famosa ilustración que aparecía en el libro L'a Atmosphere: Météorologie Poulaire (Paris, 1888) y que era utilizada para representar el descubrimiento de la astronomía por el hombre, a la imagen le acompañaba un texto que dice:
"Qué es entonces esta bóveda azul, que ciertamente existe y nos impide ver las estrellas durante el día"